martes, 25 de mayo de 2010

Nada queda



1, 2, 1, 2, 1, 2,... no cuenta.
El único ejercicio que realiza es el de su cerebro intentando memorizar las veces que pasó, e intentando olvidar que pueda pasar de nuevo.
Puede contar una tercera pero no quiere imaginarlo porque solo eso le parte el alma, la deja sin esperanza.
Le han dicho que aquello que ocurre una vez, puede ocurrir una segunda, pero que aquello que ocurre dos veces, seguro ocurre una tercera.
No quiere necesitar más salvavidas, no quiere hundirse de nuevo, no quiere perder la esperanza pero sabe que una vez más puede navegar a la deriva en un río de rosas y lágrimas. Porque es dulce y bello como una flor pero amargo y doloroso como su mordaz espina.
Ahora o nunca, ahora y siempre.
Siempre, guardará consigo sus aromas, sus silencios, sus tiempos, su todo, su nada...
Nada, eso queda, nada.

viernes, 21 de mayo de 2010

Él también la desea


Cierra los ojos y lo más que alcanza a imaginar son sus manos...
Apenas tiene recuerdos, la emoción la llena tanto, que abruma su memoria hasta el punto de no retener los momentos más dulces junto a él.
Le ha dicho tantas cosas, le ha mirado tantas veces y le ha hecho suspirar con tanta fuerza, que su frágil memoria no es capaz de guardarlo para ella. Por eso no puede disfrutar las cosas una y otra vez, por eso tiene que alimentarse de lo que la imaginación le permite, porque los recuerdos se los quedó él.
Imagina y vuelve a imaginar, y mezcla el almíbar de la pasión con el ácido desencuentro, porque sabe que acabará hundida, porque sabe que si lo ve de nuevo, volverá a cuestionarse su existencia, volverá a dudar de su destino, pero ante todo, volverá a rodar entre sus brazos.
Lo desea tanto…
Sueña cada noche con ser rozada por sus manos y cuando el duermevela la perturba, serena su alma con píldoras de amor eterno. Entonces, imagina lo que desea y desea lo que no alcanza, aquello que no tienta por miedo, por prudente, por imbécil. Así, espera que un día más su dedo se deslice por su espalda y le haga sentir que entre tanta gente, él sigue a su lado, desde lo más lejos.
Esas manos…
Son tanto sus manos para ella, y sin embargo nunca las ha tocado, nunca la han rozado. Será por eso que las tiene idealizadas. No tanto su boca, que le ha dejado lo más deseado y lo más mezquino de sus idas y venidas. Una boca que la hunde hasta el negro más profundo y la eleva entre muerdos de locura.
Esa boca…
Poco queda ya para sus ojos. Poco o todo. La buscan, la pierden, le mienten, le regalan tanto. La mayoría de las veces apenas puede hablar así que todo se lo dice con la mirada. Y aquí de nuevo tiene que imaginar, tiene que adivinar lo que otros ven como evidencia. En ese instante, en ese mismo momento, todo se para, y un instante, un cruce de miradas, se hace eterno. Le ha dicho tanto en tan poco tiempo.
Esos ojos…
No sabe si lo volverá a tener entre sus brazos, no sabe si volverá a beber su aliento, no sabe si volverá a morder su boca, pero de una cosa está segura,
él, también la desea…